Durante los primeros años de vida, cada gesto, cada movimiento, cada experiencia corporal forma parte esencial del desarrollo del niño o la niña. En este período, el cuerpo no solo es un medio para explorar el mundo, sino también una vía de comunicación, vínculo y aprendizaje.
La Atención Temprana tiene como objetivo detectar y dar respuesta lo antes posible a las necesidades transitorias o permanentes que puedan presentar los niños y niñas de 0 a 6 años en su desarrollo. En este proceso, la psicomotricidad relacional juega, cada vez más, un papel fundamental en los tratamientos terapéuticos durante los primeros estadios del desarrollo.
¿Qué aporta la psicomotricidad a la Atención Temprana?
La psicomotricidad, desde un enfoque preventivo y terapéutico, facilita el desarrollo psicomotor, emocional, cognitivo y social a través del juego y el movimiento. Algunas de sus contribuciones clave son:
- Favorecer la adquisición del esquema corporal y la conciencia del propio cuerpo.
- Estimular el desarrollo sensoriomotor y la coordinación.
- Potenciar la expresión emocional y la regulación afectiva.
- Promover la socialización, la autonomía y la adaptación al entorno.
Todo esto convierte a la psicomotricidad en una herramienta imprescindible dentro de los programas de Atención Temprana y al psicomotricista en un profesional que forma parte de los equipos multidisciplinares.
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