Más de 30 años impartiendo formación en psicomotricidad. Conversamos con Carmen Pascual, directora de Psicopraxis, sobre la influencia de la psicomotricidad tras el confinamiento por la pandemia y las generaciones afectadas. En octubre comienza un nuevo curso con los programas de formación, ¿cómo ha evolucionado la formación? ¿Qué sentimientos comparten los alumnos que se enfrentan a nuevos aprendizajes? Carmen nos cuenta sus impresiones tras los años de experiencia.
Tras la pandemia, ¿qué papel jugó la psicomotricidad en el desarrollo de los niños?
La psicomotricidad facilitó que muchos de los niños que no habían podido tener un desarrollo personalizado, debido al confinamiento, conectaran de nuevo y se reactivaran. Estaban en casa, sentados la mayor parte del tiempo y sin relaciones externas. A través de la psicomotricidad, los niños y niñas empezaban a recuperar el movimiento, el juego por placer y diversión, reencontraban sus habilidades. El espacio en la sala fue un lugar que esperaban con total entusiasmo, notaban cómo se movían, jugaban y se expresaban. También fue el lugar para contar todo aquello que había estado reprimido. La sala de psicomotricidad, en ese momento, fue un lugar privilegiado para los niños que les ayudó a seguir en su desarrollo.
¿Se ha notado en las generaciones de niños afectados por el confinamiento cambios en sus comportamientos?
Las generaciones de niños que nacieron en pandemia se ha notado que no llevan el proceso evolutivo normalizado. Se nota que son niños y niñas más cohibidos, inhibidos, niños con dificultad en el movimiento, en las relaciones y con ciertos miedos y angustias y sobre todo más intelectuales y menos emocionales.
Del trabajo en la sala de psicomotricidad, ¿qué es lo que más sorprende a los profesionales que inician su formación en psicomotricidad?
Una de las cosas que más les llama la atención a los profesionales que se viene a formar a Psicopraxis, es que nuestra formación tiene una parte personal que nos ayuda a saber quiénes somos y dónde estamos. Por otro lado, la formación tiene una teoría riquísima y llena de contenidos, pero no elaborada y trabajada como lo han vivido en antiguos paradigmas. Esta parte les llena en principio de expectación, y después de riqueza. Ellos descubren que la parte que aportamos es vivida, sentida, y registrada porque van a ver todo lo que les estamos expresando y pueden encontrarlo en su visión, es sus recuerdos. Se dan cuenta de todo lo que le pasan a los niños, y que su contenido está integrado de una manera lúdica, pero también experiencial y experimental.
¿Qué tienen en común los profesionales que comienzan su formación en psicomotricidad?
En general, el deseo de saber sobre los niños y la evolución, cómo se desarrollan, quiénes son. A través de la formación, buscan que todas las dificultades que se ven en los niños, se puedan resolver de manera fácil y ágil, desde el amor, desde el deseo de que el niño viva en bienestar. El niño tiene que entender que sufrir se aprende porque está en la vida, pero que no es lo que nos enseña el arte de vivir. Todos ellos cuando comienzan a conectar con los niños y con el ser persona, se dan cuenta que podrían trabajar con cualquier niño y también con mayores. Todos tienen en común que quieren descubrir a las personas no como las han conocido hasta ahora.
En el caso de la Atención Temprana, ¿qué destacarías de la formación?
Cuando empezamos a impartir Atención Temprana en Psicopraxis, los profesionales venían porque habían aprendido teoría pero no sabían llevarlo a la práctica. En Atención Temprana somos prácticos, lo que vamos dando lo ven en los niños y en los contenidos que aportamos. Es importante saber que aquello que aprendemos repercute en el otro y facilita su bienestar. No es cuestión de saber solo la teoría, es cuestión de llevarla a la práctica. Toda la parte de observación y escucha en la que formamos, a la hora de estar con los niños en atención temprana, sirve para encontrar ese vehículo que les da una relación de confianza, de seguridad. Además, todo el trabajo con las familias, ese acople, entre ellas, nosotros y los niños, produce que formemos un tándem que ayude a crecer globalmente.
En todo este tiempo como formadora en Psicopraxis, ¿cómo ha evolucionado la formación?
Todos los años hacemos un trabajo profundo de ver lo que hemos vivido y ver a dónde tenemos que continuar. Una de las cosas que más ha contribuido a la evolución, es la inclusión de tantas culturas que nos ha hecho poder incorporar ese aprendizaje a nuestra formación. Todo ese bagaje que tenemos de escuela, de terapia de mayores, nos ha ido aportando un canal para poder estar con las personas con más calma y más sosiego. La evolución más importante ha sido la de adaptarnos cada vez con mayor precisión a las necesidades de los alumnos que vienen de todos los países del mundo. Trabajar con niños de la calle con sufrimientos potentes, nos ha hecho trabajar con más sutileza y lo más necesario.
Muchas gracias a Carmen Pascual por su labor, ¡a por el próximo curso!
1 comentario en «Carmen Pascual: “Nuestra formación tiene una parte personal que nos ayuda a saber quiénes somos y dónde estamos”»
Una formación personal que te cambia la vida. Doy gracias de poder haber encontrado a Carmen Pascual en mi camino.